Finalmente, Wanda Nara y Mauro Icardi celebraron su amor ante los poco más de 200 invitados que los acompañaron dentro del Palacio Sans Souci, en San Fernando, pero poco o nada se conoció de la fiesta.
Es que, una de las condiciones para ingresar, fue el abandono de cámaras y teléfonos, para evitar que se filtre alguna imagen o alguna información; y para esto, no hubo excepciones.
El sábado los novios llegaron hasta la entrada en un carruaje para dialogar con la prensa y sacarse las fotos de rigor. “Estoy muy bien, somos muy felices... Es todo muy emotivo, no paramos de llorar”, exclamó la novia, enfundada en un escotado vestido de Roberto Cavalli. Tomados de la mano, los novios se besaron ante la vista de todos y luego partieron para seguir con los festejos.
Entre los pocos famosos invitados, pudo verse a la abogada Ana Rosenfeld, a Marina Calabró, a la mediática Yanina Latorre, y también a otra pareja botinera: la que conforman “Chechu” Bonelli y Darío Cvitanich. El que no pudo entrar es Mariano de la Canal, más conocido como “el fan de Wanda”, que llegó hasta el lugar sin invitación y fue “rebotado” por el personal de seguridad.
La polémica sobre la boda y la situación con su ex marido, estuvo en la boca de la familia Nara. Así por ejemplo, el padre de Wanda, Andrés Nara, aseguró que él tampoco quería que Maxi López y su hija se casaran. “Yo no quería que se case porque era muy jovencita, estaba en su mejor momento, tenía que vivir en el exterior y perder un montón de afectos y cosas”, aseguró.
A contramano del modo como vivieron su romance, la pareja eligió que no trascendieran demasiados datos acerca de su fiesta de bodas. De hecho, establecieron un estricto sistema de control para que ningún invitado pudiera contar nada sobre la fiesta.